APORTES SOBRE LA POESÍA Y LA COPLA
(La poética del vallepascuense Miguel González Contreras)
FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR / Cronista Oficial de Valle de La Pascua
Fuente: Llanero Digital (2 de mayo 2011)
La poesía es un texto escrito en una forma particular donde las oraciones se dividen en varios renglones llamados versos. El poeta guariqueño Alberto Hernández (2008), en sus reflexiones dice que “Un poeta es pura eternidad. Nada vale más que su silencio, que su sombra hecha fantasma, derrotada por la luz reciente del día… La poética viene a ser su reafirmación”. Con esa premisa como referencia, en su “poética”, es decir, en sus poemas, algunos autores han puesto en claro su visión sobre la poesía, o al menos ha hecho aportes referenciales generales sobre el tema. Algunas definiciones dadas por poetas, son las siguientes:
Para el poeta Nicanor Parra, “Poesía es todo lo que se mueve. El resto es prosa”; y para Martín Heidegger, “La poesía es la fundación del ser por la palabra. Poéticamente hace el hombre su habitación en la tierra”. Según el poeta André Bretón: “La poesía es una pipa”. Las volutas de humo que envuelven el ambiente son misterios que encienden la creatividad. El escritor cubano, Alejandro Carpentier en su novela cumbre, Los pasos perdidos, apunta:
"Llego a preguntarme a veces si las formas superiores de la emoción estética no consistirán, simplemente, en un supremo entendimiento de lo creado. Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema”.
Son diversas las ideas y variadas las posibles respuestas a la pregunta ¿Qué es poesía? De ahí, que Friedrich Hölderlin, es sólo un fragmento... escribiera:
“Nos corresponde a nosotros, poetas, estar en pie ante las tormentas de Dios. Con la cabeza desnuda, para apresar con nuestras propias manos el rayo de luz del Padre, a él mismo y hacer llegar al pueblo envuelto en cantos el don celeste”.
Don Miguel Ramón Utrera, ilustre poeta orgullo de San Sebastián de los Reyes, legó a la posteridad el poema titulado: La sombra temeraria, que dice:
Esta sombra nos sigue, de puntillas;
se oculta en todas nuestras horas claras;
y así mismo se infiltra en nuestras voces
con leves ademanes de fantasmas.
La entrevemos, siguiendo nuestros pasos,
y trepando por todas las palabras;
inasible, fugaz, sin rumbo fijo,
pero presente siempre y siempre extraña.
Guardemos ya nuestras mejores voces.
Deshilando las hebras de este sueño,
esperemos la luz de la mañana.
Cuando el día retorne con sus sones,
en el diálogo puro –lumbre y sueño-
se rasgará la sombra temeraria.
Es la sombra del poeta, la poesía que lo hace inmortal, es la eternidad de quien rasga “las hebras de este sueño” a través de méritos de negación y humildad, porque más allá de cada impostura está la fuerza del silencio, que es la lejanía de la vida del mundanal ruido para abstraerse en la creación poética. He allí la muerte, la sombra que regresa.
El poeta chileno, Vicente Huidobro, ante esta disyuntiva dejó su aporte escrito, expuesto en el poema titulado: Arte Poética, donde expresa:
Que el verso sea como una llave
que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creado sea
y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
más no por eso tenemos fuerza;
el vigor verdadero
reside en la cabeza.
¡Por qué cantáis la rosa, oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema;
sólo para nosotros
viven todas las cosas bajo el Sol.
El poeta es un pequeño Dios.
Asimismo, el poeta Jorge Torres, en un poema titulado La Poesía manifiesta, que:
Si digo:
La poesía es una torre de babel,
me acusarán de poco original.
Si digo:
La poesía es la ordenación del caos en la palabra,
me acusarán de cursi.
Si digo:
La poesía es una casa de putas y los poetas sus campanilleros,
me acusarán de obsceno y procaz.
Por eso cierro el pico.
So pena, me acusen de complicidad.
Más sin embargo, el español Gustavo Adolfo Bécquer, como fiel representante del movimiento Romántico del siglo XIX, se formula la pregunta sobre ¿Que es poesía? y al responderse dice:
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul:
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
Las formas poéticas de la poesía, son: los sonetos, los romances y las coplas. La Copla es una expresión poética muy usada en el llano venezolano, la cual se originó en España, a través de la cual se plasman en sus versos, costumbres, prácticas y sentires populares. Así mismo su uso está muy difundido en otros países de América latina. Sobre la copla escribió el poeta español Manuel Machado, lo siguiente:
Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo
ya nadie sabe el autor.
Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.
Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.
Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.
Como se puede apreciar, el lenguaje de las coplas es coloquial y directo, aunque se recurre a menudo al doble sentido para conseguir efectos cómicos, lascivos o reflexivos.
El llanero es por excelencia un coplero nato; por lo cual es infinita la producción de este género en nuestro medio. En consonancia con lo dicho, tómense como ejemplos, dos poemas del educador y poeta vallepascuense, Miguel González Contreras, recogidos en su poemario Casimba, el primero titulado El Camino de la Copla, dice así:
La copla no es solo llano,
desciende de las montañas,
es de toda Venezuela
y el mar que su costa baña,
es entusiasmo llanero
al realizar una hazaña,
frío andino de las cumbres
medanales de la playa,
la copla es el Orinoco
y el indio con su atarraya.
La copla es Andrés Eloy
hablando a Venancio Laya,
Ernesto Luis y su verso
que dulce sabor entraña,
el canto de Figueredo,
Loyola que no se calla,
la mina de Barlovento,
el negro y su faramalla
y el cadencioso tambor
que por San Juan no desmaya.
La copla vaga en el cuatro,
entre sus cuerdas se halla,
en el arpa es un poema
y en las maracas estalla,
romance del cantador
con la emoción de la caña,
la muchacha buenamoza
de la mirada que engaña
escobillando un joropo
de Goajira a Punta Playa.
En la Elegía a Rafael Vidal, escrita aquí en Tucupido, el 7 de julio de 1965, dice:
Hoy murió Rafael Vidal,
Tucupido está silencia.
Tañen las cuerdas del arpa
las miles manos del pueblo,
arrancando notas tristes,
arpegios de llanto eterno,
porque se fue la alegría
por los caminos del cielo.
Hoy murió Rafael Vidal,
la brisa lo anda diciendo.
El arpa colgada… muda,
su canto en el firmamento.
No habrá bailecito de arpa
donde no venga el recuerdo,
de Tamanaco al Unare
hay un profundo lamento.
Hoy murió Rafael Vidal,
lo llevan al cementerio.
No quiero decirle adiós,
pues si no vive, no ha muerto.
Oigo su arpa vibrar,
oigo su voz en el viento,
los hombres como él no mueren,
los llevamos en el pecho.
En la ciudad de Valle de la Pascua, 29 de abril del año 2011.
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